Quizás la mayoría de los que lean este artículo, incluso yo mismo todavía no hemos tenido la alegría de ser padres. Pero el ser un padre no pasa solo con darle un apellido a un hijo, si no que vas allá, es por eso que en nuestra sociedad mas abierta en donde la mujer cada día mas esta ligada al mundo laboral, el hombre esta enfrentado una importancia mas relevante en el desarrollo de un hijo.
Este cambio de escenario, ha hecho que los hombres actuales no sigan ese modelo de padres autoritarios, distantes y fríos .Los papás de hoy eligen estar presentes en el momento del embarazo y comparten responsabilidades en la crianza de los hijos.
Pero no hay que confundir los roles, el afecto de una madre es distinto al de un padre, ambos son importantes porque tienen la capacidad de otorgarle al hijo distintas enseñanzas. El padre es el que aporta racionalidad, brinda la orientación general de la vida y transmite el valor del esfuerzo. La madre, en cambio, vela por la reducción del conflicto y ofrece afecto y contención. Los niños necesitan los dos tipos de referencias y hoy, tienden a mezclarse esos dos papeles.
Los hijos nacidos en estas familias poseen modelos renovados respecto de las funciones maternas y paternas, cuentan con una pareja de padres, con responsabilidades compartidas en la búsqueda del bienestar integral de toda la familia, a partir de una complementariedad y flexibilidad en las tareas que los enriquece como personas. Lo que ayuda que estos niños se muestran menos angustiados, temerosos y con mayor fuerza para enfrentar conflictos.
Tener al papá en la casa más cercano tiene ventajas insospechadas, no sólo se trata de que la mamá esté más descansada porque el papá bañe a los niños y les ayude con las tareas; su aporte va mucho más allá de la simple división del trabajo. Tenerlos a los dos aumenta la información familiar, permite conocer el mundo desde los puntos de vista masculino y femenino. Además, se distribuyen los roles, pero los hijos no reciben lo mismo desde dos personas en vez de una.
Este cambio de escenario, ha hecho que los hombres actuales no sigan ese modelo de padres autoritarios, distantes y fríos .Los papás de hoy eligen estar presentes en el momento del embarazo y comparten responsabilidades en la crianza de los hijos.
Pero no hay que confundir los roles, el afecto de una madre es distinto al de un padre, ambos son importantes porque tienen la capacidad de otorgarle al hijo distintas enseñanzas. El padre es el que aporta racionalidad, brinda la orientación general de la vida y transmite el valor del esfuerzo. La madre, en cambio, vela por la reducción del conflicto y ofrece afecto y contención. Los niños necesitan los dos tipos de referencias y hoy, tienden a mezclarse esos dos papeles.
Los hijos nacidos en estas familias poseen modelos renovados respecto de las funciones maternas y paternas, cuentan con una pareja de padres, con responsabilidades compartidas en la búsqueda del bienestar integral de toda la familia, a partir de una complementariedad y flexibilidad en las tareas que los enriquece como personas. Lo que ayuda que estos niños se muestran menos angustiados, temerosos y con mayor fuerza para enfrentar conflictos.
Tener al papá en la casa más cercano tiene ventajas insospechadas, no sólo se trata de que la mamá esté más descansada porque el papá bañe a los niños y les ayude con las tareas; su aporte va mucho más allá de la simple división del trabajo. Tenerlos a los dos aumenta la información familiar, permite conocer el mundo desde los puntos de vista masculino y femenino. Además, se distribuyen los roles, pero los hijos no reciben lo mismo desde dos personas en vez de una.
